Los coches con cambio manual y los que poseen embrague se diferencian en varios aspectos. A la hora de elegir tu vehículo, debes tener en cuenta el modo de engranar las marchas. Cada uno te ofrece unas ventajas y unos inconvenientes, pero ¿en qué se diferencian? Lo descubrirás a continuación.
¿Cómo es un coche con marchas automáticas?
En un primer momento, podrías pensar que conducir un coche con cambio automático es sencillo. Al no tener que pisar el embrague, las preocupaciones se disipan. Solo debes tener en cuenta el freno y al acelerador. Sin embargo, es importante prestar atención a algunas claves. Así, conseguirás una conducción más satisfactoria y segura.
La posición del asiento y el volante cuentan mucho. Debes buscar una que flexione ligeramente los brazos y piernas. De esta manera, ganarás en agilidad, un factor importante cuando te encuentras en la carretera. Si no estás acostumbrado, notarás que falta el embrague y tratarás de pisarlo durante los primeros días. Esto puede llevarte a confusión, por lo que procura tomarte la aclimatación con calma.
La palanca de cambios será una novedad para ti. Solo tiene cuatro posiciones. La primera es parking o P, la cual se destina inmovilizar el coche cuando está aparcado. La siguiente es el punto muerto o N, tras esta encontrarás la posición para conducir o avanzar (D) y al final la marcha atrás (R). Como ves, no te resultará complicado memorizar la configuración y utilizarla de manera adecuada.
¿Cómo son las marchas de un coche convencional?
Es muy probable que estés acostumbrado a los coches con embrague, ya que son los más abundantes. Cambiar de marcha es una de las acciones básicas a la hora de conducir. Gracias a ellas, puedes aumentar o disminuir la velocidad en función de lo que necesites. El embrague es una de las piezas clave en el sistema de marchas.
Es una pieza que se sitúa entre el bloque del motor y la transmisión. Cuando engranas la primera, el embrague acopla la caja de cambios con ese piñón y transmite el movimiento del cigüeñal a las ruedas. Según vayas necesitando potencia, irá subiendo de marcha o bajando para ir más despacio. Al pasar de una a otra tienes que desembragar, lo que te obliga a pisar el pedal de la izquierda. Así, todo el sistema se adapta a las necesidades de cada momento.
¿Qué diferencias hay entre los dos?
Como has visto, ambos sistemas son muy diferentes. La principal es la forma en la que se ejecuta el embragado. En un automático los cambios se efectúan desde la propia palanca o desde las levas del volante. Esto se consigue al adoptar la posición D o de avance. El propio coche va subiendo o bajando en función de la velocidad, por lo que no tienes que preocuparte de pisar el embrague.
Debido a esta circunstancia, los coches con cambio automático tienen un pedal menos. En un vehículo convencional, el pedal del embrague está en el lado izquierdo, y se acciona con el pie libre, también el izquierdo. Sin embargo, en los automáticos solamente tienes dos pedales, el del freno y el del acelerador. Así puedes alternar los dos pies para su uso.
El precio es una diferencia que se ha mantenido estable a lo largo de los años. Por regla general, los coches con caja de cambios automática son más caros. El sistema de engranado destaca por su complejidad y precisión, lo que hace subir el precio del vehículo. No obstante, ganarás en comodidad y podrás centrarte tan solo en dirigir el coche.
La conducción es más eficiente con una transmisión automática. Las marchas se engranan solo cuando es estrictamente necesario, lo que reduce al mínimo el fallo humano. Esto provoca que el consumo de gasolina se reduzca al desarrollarse una conducción más exacta. De este modo, pese a que el precio de los automáticos sea superior, se compensa con un mejor uso del combustible.
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En definitiva, estas son las diferencias más importantes entre un coche con embrague y uno de cambio automático. Sea cual sea tu elección, procura disponer de un seguro con el que proteger tu vehículo. Ganarás en tranquilidad y estarás cubierto ante una gran variedad de situaciones.