Casi no puedo creerlo, pero, ya se ha terminado el Ironman de Frankfurt. Tantos meses de trabajo, dedicación y superación que se pasan en “tan solo” 10 horas 32 minutos de competición, deciros que estoy muy contento con el resultado. Contento, satisfecho y muy agradecido.
Contento por como fue la preparación y la prueba.
Satisfecho con mi comportamiento y rendimiento en todo este tiempo.
Y agradecido, muy agradecido, por todas las muestras de apoyo, cariño y respeto recibidas por lo que estaba haciendo.
La aventura empezó “emocionante”. El viernes, dos días antes del Ironman, al llegar a Frankfurt y recoger la bicicleta, la encontré con un problema en la rueda delantera. Tras dos horas intentado solucionarlo sin mucho éxito, mi tensión y preocupación iban aumentando, no podía creer que después de tanto esfuerzo se iba a echar todo por la borda por algo ajeno a mí… Por suerte, en el servicio técnico de la feria del corredor pudieron “arreglarlo” y los nervios se disiparon, dejando paso de nuevo a la emoción y la energía.
Es curioso, como en estos momentos de tensión, nervios e incertidumbre es cuando los amigos te demuestran que aquí solo compites contra ti mismo, y la verdadera meta es salir satisfecho de la carrera. Uno de mis amigos, Josan tuvo un detalle que jamás olvidaré. El también corría, y lo hizo genial. Por diferentes circunstancias no había podido entrenar mucho los meses previos y se presentaba al Ironman de Frankfurt con la única idea de salir, sentirse triatleta y, si podía, acabar la prueba. Pues bien, Josan se acercó y me dijo: “No te preocupes Rober, si no se soluciona tu problema con la bici, tú corres con mi rueda y yo con la tuya. Tú te lo has currado mucho y yo si tengo que pararme, o no pudiera seguir, me da igual.” ¡¡¡Josan estaba dispuesto a sacrificar su carrera para que yo pudiera hacerla sin contratiempos!!!! Me emociona solo recordarlo…
Y no fue el único, otro compañero, Alex, que tenía una rueda extra igual que la mía en Madrid, organizó todo para que pudieran mandármela a Frankfurt a tiempo… De verdad, gracias…
Aunque todo quedó en una anécdota, este contratiempo impidió que fuésemos a nadar el viernes y que pudiera reconocer el circuito, pero yo estaba tranquilo de que se hubiera quedado en eso, una anécdota, así que estaba contento igualmente.
El sábado, solo teníamos que llevar la bici a la salida, que está a unos 20km de Frankfurt. A pesar de que estaba lloviendo seguimos con el plan de ir montados en bici para probar que todo estaba bien y luego volver en los autobuses que facilita la organización. ¡Que se note que somos del norte! 🙂
Al regresar, todos los esfuerzos se centraban en descansar y controlar la tensión y nervios todo lo posible.
Llegó el domingo…son las 4:00AM y casi no he pegado ojo en toda la noche. He estado tumbado unas 5h30, pero dormir, dormir, creo que no más de 2 horas. No importa, sé que voy a estar lo suficientemente entretenido todo el día como para que me entre sueño 🙂
Desayuno lo que puedo, que no es mucho, y voy a la recepción del hotel, a las 5 hemos quedado en coger el autobús que nos lleva a la salida. Recordad que somos casi 3.000 participantes, más algún acompañante…la cola del bus ya era de unos 100m…parecía que no íbamos a llegar a tiempo, pero lo hicimos y con 40 minutos para preparar todo en la zona de salida.
Este año la salida de la natación era distinta, ¿Sabéis qué es el sistema Rolling swim start?. En lugar de salir todos a tropel (¿recordáis el video que os enseñaba hace unos meses?) , hay 4 grandes cajones o grupos, en función del tiempo que crees que emplearás en la natación. Uno para los que hacen 1h o menos, el segundo para los que hacen entre 1h y 1h10, otro entre 1h10 y 1h20 y el último para los que prevén más de 1h20. Tú te colocas en tu tiempo y el cronometro empieza a contar para ti cuando empieces. Os dejo un video de ejemplo para que veáis la (gran) diferencia.
Yo me puse en el final del cajón de “1h o menos” y fui genial. No se pasan los nervios ni la ansiedad de la salida única, y además todo el mundo nada más o menos al mismo ritmo con lo que evitas golpes y aglomeraciones.
Dan la salida, voy acercándome al agua y llega mi turno, damos al start del cronometro y ¡corriendo al agua! A partir de ahí se van los nervios y empezamos a disfrutar el día. Van a ser muchas horas de hablar conmigo mismo, de acordarme de muchos de vosotros, de superar momentos malos, aferrarme a los buenos, concentrarme en seguir el plan marcado de alimentación e hidratación para evitar los problemas estomacales que suelo tener últimamente. Y así, y fijándome en alguna boya para ver que llevo el rumbo correcto, me veo saliendo del agua, la gente te anima y tengo la suerte de volver a sentirme como superman aun sabiendo que sigo siendo un tipo corriente. ¡Salgo del agua en 1h justa! Mientras voy corriendo hacia la zona de transición para cambiarme y coger la bici oigo por primera vez “¡Vamos Rober!”, es Edu, que ha estado con nosotros en la salida, le saludo y sigo.
La bici parece funcionar perfectamente y rueda sin problemas…así que respiro tranquilo y ¡a dar pedales!.
En el km 20, de repente oigo, “¡¡¡Ahí viene Rober!!!” Al levantar la cabeza, y confirmar que era Cristina, junto al resto de amigos que han venido a vernos, la alegría, la energía, la fuerza y la satisfacción que te invade es inexplicable. Sonrío, (me emociono) y me digo “¡A por todas, que dentro de 80km tendrás otro chute de ánimo!“
El aire sopla mucho más de lo deseado y toca apretar un poco y pelear con los malos pensamientos. “Que si estás gastando más gasolina de la debida“, “que si se va a ir el tiempo“, “que si …“ ¡fuera malos pensamientos, bienvenidos los buenos! “que suerte tengo de estar haciendo esto, claro que te duele las cervicales, llevas 3 horas acoplado dando pedales pero vas bien…” lo previsto, hablando conmigo mismo unas cuentas horas… Sobre el km 170 se desata una buena tormenta que me empapa y llego calado al final de la bici, pero llego. 5 horas 33 minutos, un poco más lenta de lo que me hubiera gustado, pero hay que seguir.
Empecé a correr y contra pronóstico (en la bici pensé que por el viento iba a estar más cansado), me sentía genial. Las piernas iban solas, el estomago estaba perfecto así que solo me quedaba mantenerme ahí. Beber y comer lo planificado y correr y correr
De repente, en el km 1 vi que alguien se ponía a correr a mi lado, de nuevo Cristina, para decirme lo bien que me ve, que siga así, que puedo conseguir mi mejor carrera, son tan importantes los ánimos en esos momentos…
La verdad que voy muy bien, mejor que en cualquiera de mis anteriores Ironman, puede ser que esta vez sea la buena, que el estomago aguante. Los km van pasando rápido y voy FELIZ. Sin darme cuenta, al empezar mi segunda vuelta, me encontré a Josan, que empezaba a correr…le doy un abrazo, le felicito y sigo a mi ritmo, y termino la segunda vuelta.
Otra vez yo y mis pensamientos a solas…los malos cada vez hablan más alto pero yo sigo luchando. En el km 23 empiezo a sentir el cansancio y veo que el ritmo es más lento, pero sigo corriendo. Pero, ¡de nuevo Cristina y Rosi!, han cruzado el río para vernos a ambos lados…“Piensa en positivo!” me grita 🙂
El ritmo va decayendo y además tengo que parar al baño. Entre la parada y que el ritmo es más lento, me alcanza Josan y me anima a que le siga. Pero no me veo capaz, intento ir despacio, pero el insiste y me hace de liebre, una vez más mi salvación. Con mucho mucho esfuerzo y concentración consigo seguirle y con ello vuelve el ánimo, no queda nada. ¡Tercera vuelta completada!. Empezamos la última, se me hace menos dura, sigo persiguiendo a Josan.
Se acerca mi reto, 10h 30 minutos, y pienso “puff!! Difícil correr a estas alturas a un ritmo de casi 5 minutos el km…“pero lo intento con todas mis fuerzas…al final entro en meta muy muy muy contento y veo a Cristina, esta feliz y eso me alegra más todavía…
Ya solo me queda escuchar al speaker decir:
“ROBERTO GUISASOLA, YOU ARE AN IRONMAN!!!!“
Estoy muy contento, pero también muy cansado… No lo puedo evitar y derramo unas lagrimas al abrazarla y darla las gracias, ¡Soy finisher! lo he hecho mejor que nunca y solo ella sabe lo que verdaderamente ha costado…
La sensación al cruzar la meta es indescriptible, “he vuelto a lograr acabar una de las pruebas más exigentes física, mental y emocionalmente”, me repito. Muchos han sido los meses de duro trabajo para conseguirlo, muchos los esfuerzos y los sacrificios, pero acabar el Ironman de Frankfurt por segunda vez, puedo corroborar que ha valido la pena, estoy más contento que nunca.
Ya he acabado el Ironman de Frankfurt “¿y ahora que?” me pregunto una y otra vez… Por ahora voy a saborear la sensación de acabarlo, y luego…luego ya se verá.
No puedo acabar sin dar las GRACIAS a Europ Assistance por contar conmigo para este proyecto y por su apoyo.
Roberto Guisasola