Nuestro departamento de Asistencia Informática ha recibido una carta explicando un siniestro acontecido en relación a un móvil que cayó a una piscina accidentalmente. A continuación os detallamos estas palabras de nuestro asegurado que no tienen desperdicio:
“El pasado domingo día 20 del mes de julio, a eso de las 14:30 horas, estaba yo viendo a Fernando Alonso perder, como siempre, y con un cabreo de narices, como siempre, cuando llamaron al portero electrónico. Era mi vecino Fernando, del 2ºD, que me dijo:
“… Oye, presidente… el skimmer de la piscina escupe hojas y no se traga el agua… ¿Sabrías arreglarlo? …”
Obviamente no tengo ni idea ni de cómo funciona eso del skimmer ni de cómo se escribe. No obstante, todo buen presidente se debe a sus vecinos… Procedo…
Me pongo el bañador que mejor me sienta. Mi mejor camiseta. Me mojo el pelo (en singular). Respiro profundamente (ya que durante un rato no podré respirar para meter barriguita). Gafas de sol… acudo presto…
Me acerco a la piscina contoneándome y agitando el llavero para que todos sepan que he llegado y que, por supuesto, solucionaré todos los problemas que se presenten. Saludo a todos y todas como los Reyes a su pueblo… y me acerco al skimmer ese…
Tras amenazarle en voz baja para que cesara en su actitud y rogarle que no me dejara en ridículo ante el anfiteatro, continuó escupiendo hojas y otras cosas. No pasa nada. Lo arreglaré. Me pongo en pie delante y hago como que pienso qué hacer. Me agacho para abrir una tapa que tiene arriba. No se abre. Está dura. Comienzo a sudar. El pelo (en singular) se me despeina. Me empiezo a poner nervioso. Creo empezar a oír unas risitas tras de mí.
Me agacho. Meto los dedos en un boquete que tiene el skimmer en medio de la tapa que no se abre y, antes de que los dedos se me pusieran morados y perdiera el conocimiento del calor que hacía, el skimmer se abre de golpe. Los acontecimientos se sucedieron rápidamente. El presidente con la tapa en la mano comenzó a tambalearse cual Chiquito de la Calzada intentando caminar por el borde de la piscina guardando el equilibrio. Todos me miran. Caigo al agua encima de las hojas que escupía el skimmer. Todos se descojonan (y creo que aún lo están haciendo). Fernando me ayuda a salir de la piscina. Las mozas sonrientes me traen mi móvil, mis llaves y mis gafas.
Esa es la historia. Ten piedad de este pobre presidente. Deja de reírte.”
Foto | Humberto Terenziani en Flickr
Jaja es genial, ojalá todos los clientes tuvieran ese sentido del humor…