Teleoperadores

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¿Se imaginan lo que sería el mundo (desarrollado) sin servicios de atención telefónica? ¿Sin los llamados teleoperadores? Los criticamos siempre que podemos, los maltratamos cuando nos llaman para ofrecernos algo, nos molesta que nos fastidien la siesta y no digamos nada de su acento cuando no son españoles. Pero, ¿qué hacemos cuando se avería el coche o la lavadora? ¿Qué hacemos cuando necesitamos una cita médica o con Hacienda? ¿Qué hacemos para contratar seguro? ¿Qué hacemos para reservar un hotel o un vuelo? ¿Qué hacemos para poner una reclamación ante un mal servicio? Ante estos y otros muchos ejemplos hacemos dos cosas:

  • Llamamos a un teléfono en el que atienden nuestra necesidad.
  • Normalmente utilizamos un tono y un nivel de exigencia que no nos gustaría recibir jamás.

Sirva esto como homenaje a todas esas personas que, con paciencia, sujetos a rígidos controles de tiempos, calidad, turnos o campañas, nos atienden, nos soportan, nos ofrecen productos en los que ni ellos mismos creen o nos gestionan servicios que nos sacan de grandes apuros. Todo ello lo hacen con gran respeto, por menos de mil euros al mes en la mayoría de los casos y, cada vez más, con un bagaje formativo, cultural y profesional muy superior que el de su exigente interlocutor, eso si, bajo la etiqueta de trabajador no cualificado.

Autor | Chus Vidal

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